La Costa Da Vela, también
conocida como Soavela, es un paraje de gran belleza declarado LIC, es decir Lugar
de Interés Comunitario.
Y desde El Blog Grupo de
Andainas Rías Baixas os proponemos un paseo para poder contemplar todas las
maravillas que la Madre Naturaleza nos ofrece en esta costa realmente privilegiada.
Comenzamos en Donón, muy
cerquita de la escultura de La Caracola, que enseguida nos atrapó en las redes de su
belleza. ¡Imposible resistirse!
Cuando pudimos soltarnos nos
dirigimos hacia La Playa de Barra. En el trayecto, nuestros pies se deslizan
sobre suelo arenoso pero fácil de caminar.
A veces, es un fino tapiz de hojas de pino, otras, una alfombra de
piñas se muestra al caminante.
El senderista sigue caminando y encontrando a su
paso árboles dinámicos que le invitan a jugar con ellos.
¡Y qué bonita sorpresa nos
espera en un escondido rincón con la figura de un solitario molino, un regato y
una fantástica levada!
Como el día no era muy
soleado que digamos, encontramos la playa de Barra tranquila, sosegada y sin el bullicio de
los veraneantes. Pudimos disfrutarla entera para nosotros.
Y por un bonito sendero,
siempre con la vista en la costa, nos dirigimos a nuestro siguiente objetivo.
Y éste es ni más ni menos
que El Faro de Punta Subrido.
Ya sabéis que desde allí,
además de las vistas increíbles sobre el Océano, podéis deleitaros, si el tiempo
os acompaña, con la visión de Las Islas Cíes en la lontananza.
Y, si tenéis suerte, hasta podréis
asistir a algún que otro simulacro de rescate en el mar. ¡Emocionante!
Pisaréis la finísima arena
de La Playa de Melide.
Y ya por fin estaréis
delante de la inconfundible silueta roja y rechoncha del Faro de Punta Robaleira.
Desde allí, además de la
inmensidad del mar, obtendréis esta visión lejana de un faro muy conocido.
Como imagináis, es El Faro
de Cabo Home. No dudéis en acercaros
hasta él. ¡El paisaje es incomparable!
Allí, nuestra alma se
llena y nuestro ánimo se eleva de tal modo, que parece que hayamos crecido y
podemos llegar a tocar con nuestra mano la parte de más arriba del faro... ¡Sí... allí
arribita!!!
Y ya sólo nos falta
regresar al punto final, pero siempre, con la presencia impagable de las aguas
saladas a nuestra vera como compañeras de fatigas.
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