

Gracias a su estratégica localización, justo a la orilla
del mar, Santa María de Oia jugó un importante papel en la defensa de la costa.
En 1624 los monjes lograron desbaratar un ataque de la flota turca, lo que llevó
a Felipe IV a concederle al monasterio el título de "Real".
La mañana se
presentó húmeda, pero, contrariamente a las predicciones, el cielo amanecía
azulado y sin rastro de nubes cargadas de agua que pudieran dejar caer su
mercancía sobre los caminantes.


Y es una auténtica
maravilla el poder senderear así, sobre tierra, con la presencia constante del mar,
escuchando el rugir de las olas y viendo los numerosos rompeolas con que el Atlántico
nos obsequió en este domingo.
Pues aunque el día, en cuanto a temperatura
estaba ideal para caminar, allí, al lado
nuestra, el mar, embravecido, nos ofrecía un espléndido espectáculo,
encabritándose, bramando, y yendo a chocar estrepitósamente contra las rocas de
la orilla.
No nos cansábamos de contemplarlo. Tanto es así que después del opíparo
banquete de fin de la caminata, nos acercamos otra vez hasta el mar para seguir
disfrutando de esa maravilla sin fin que las aguas enfurecidas del Atlántico
estaban formando en su particular lucha con las rocas que encontraba a su paso
y que le impedían su avance más allá de sus límites...
Por eso si os animáis a
realizar la ruta que hoy dejamos en el blog, esperamos que encontréis la mismas
condiciones climáticas que nosotros y podáis asistir a la belleza incomparable
de nuestra naturaleza.
Y todavía tuvimos
tiempo para dar un pequeño paseo por el casco antiguo de Baiona...
Olá,
ResponderEliminarMais uma bela caminhada!
Olá Tony Madureira!
ResponderEliminarMais Uma fantástica caminhada
a desfrutar de umas maravilhosas paisagens!
Aquele abraço Pontevedrês!
Mary Carmen