lunes, 12 de noviembre de 2012

Etapa A Guarda-Oia-Serrallo

Y esta semana desde el Blog Grupo De Andainas Rías Baixas cogimos de nuevo los bártulos de peregrinos y allá que nos fuimos a seguir el camino detrás de las internacionales

  flechas amarillas que señalan, en este caso, el Camino Portugués a Santiago, por la costa.
La última etapa, después de haber recorrido el estuario del Miño, habíamos finalizado en A Guarda
Así que de allí, concretamente del puerto, fue de donde salimos para comenzar nuestra andaina dominical hasta el lugar de Serrallo y que nos llevaría también a pasar delante del Monasterio Cisterciense De Santa María De Oia.
Allí realizamos un descansito para poder contemplar esta maravilla arquitectónica que se comenzó a construír a mediados del século XII, durante el mandato del rey gallego Afonso VII y que cuenta con elementos románicos, góticos y barrocos, fruto de las reformas y modificaciones que sufrió hasta finales del siglo XVIII.
Gracias a su estratégica localización, justo a la orilla del mar, Santa María de Oia jugó un importante papel en la defensa de la costa. En 1624 los monjes lograron desbaratar un ataque de la flota turca, lo que llevó a Felipe IV a concederle al monasterio el título de "Real".
La mañana se presentó húmeda, pero, contrariamente a las predicciones, el cielo amanecía azulado y sin rastro de nubes cargadas de agua que pudieran dejar caer su mercancía sobre los caminantes.
Así que, animosos como siempre, continuamos nuestro peculiar camino. Y lo hicimos casi siempre caminando por orillamar, teniendo el Océano Atlántico siempre a nuestra izquierda. 
Alguna vez hemos salido a la carretera general, pateando entonces sobre asfalto, pero eso sucedió en muy contadas ocasiones.
Y es una auténtica maravilla el poder senderear así, sobre tierra, con la presencia constante del mar, escuchando el rugir de las olas y viendo los numerosos rompeolas con que el Atlántico nos obsequió en este domingo.
Pues aunque el día, en cuanto a temperatura estaba ideal para caminar, allí, al lado  nuestra, el mar, embravecido, nos ofrecía un espléndido espectáculo, encabritándose, bramando, y yendo a chocar estrepitósamente contra las rocas de la orilla.
No nos cansábamos de contemplarlo. Tanto es así que después del opíparo banquete de fin de la caminata, nos acercamos otra vez hasta el mar para seguir disfrutando de esa maravilla sin fin que las aguas enfurecidas del Atlántico estaban formando en su particular lucha con las rocas que encontraba a su paso y que le impedían su avance más allá de sus límites... 
Por eso si os animáis a realizar la ruta que hoy dejamos en el blog, esperamos que encontréis la mismas condiciones climáticas que nosotros y podáis asistir a la belleza incomparable de nuestra naturaleza.
Y todavía tuvimos tiempo para dar un pequeño paseo por el casco antiguo de Baiona... 

2 comentarios:

  1. Olá Tony Madureira!
    Mais Uma fantástica caminhada
    a desfrutar de umas maravilhosas paisagens!
    Aquele abraço Pontevedrês!
    Mary Carmen

    ResponderEliminar