lunes, 6 de diciembre de 2021

Por Baio: Molinos, Ríos, Pedra Vixía Y Torres Do Allo

 La ruta que describimos hoy transcurre por tierras de la localidad de Baio, ayuntamiento de Zas, A Coruña

Nos recibe la frondosidad de la Carballeira de Astrai cuyos árboles podrían hablarnos de las romerías en ella celebradas a lo largo de los tiempos.  

 Allí mismo tomamos contacto con El Río Grande cuyas aguas nos van a acompañar durante varios tramos de la caminata.

Un rústico pontillón nos ayuda a cambiar a su orilla izquierda. 

Allí, el caminante desliza sus pasos sobre un cuidado sendero, al tiempo que el río lo acompaña con el suave murmullo del líquido elemento, en donde se reflejan coquetos los árboles del entorno.

Llegados a La Presa de As Quintas el rumor se convierte en estruendo con el deslizar del agua chocando contra sus piedras, mientras las setas salen a tomar el sol. 

Algo más adelante nos deleitamos con una bonita estampa del Molino Novo De Su A Agra y su presa, el río y los elementos vegetales como protagonistas.

El senderista continúa su periplo serpeando con el río, que fluye libremente bajo puentes de piedra o de madera, siempre rodeado de belleza. 

 Como sucede en los aledaños del Molino de Pedra Vixía.

          En seguida avistamos El Dolmen de Pedra Vixía, Monumento Megalítico datado entre el IV y III Milenio A.C.

En las inmediaciones descansan las siluetas de varios molinos, en cuyas paredes es patente el paso inexorable del tiempo. 

Por cierto que ahora es El Río De Lamas el que acompaña al caminante sumando nuevas emociones a las ya vividas. 

Una imponente mole rocosa aparece ante el caminante. Es “A Pedra Vixía” que da nombre a todo el paraje, al tiempo que, con su silueta de perro guardián, supervisa lo que por allí acontece.

Como en las pasarelas sobre las cascadas que forma el, aquí, travieso río. 

O en la tranquila Área Recreativa de Pedra Vixía decorada para el uso y disfrute de los que por allí se acercan.

Buscamos de nuevo la compañía y espectáculo del Río Grande. 

Para abandonarlo poco después y marchar a la búsqueda de nuestro siguiente objetivo: Las Torres do Allo, con toda probabilidad, El Primero de los Pazos Gallegos, pues más de 500 años de historia han pasado por las piedras que lo conforman.

Verdadera joya arquitectónica, declarada Monumento y Bien de Interés Cultural en 1999, se empezó a construir en el S. XV por la Familia Rioboo y fue modelo para los demás pazos gallegos. De Estilo Barroco y Renacentista, es el sucesor civil de los castillos medievales del Reino de Galicia.

Mirando hacia la parte superior, resaltan muchos detalles de cierto esplendor, como los adornos de las ventanas y las imponentes gárgolas, que parecen sacadas de una película de terror.

A la derecha del pazo se encuentra un primer grupo de Hórreos, uno de ellos del S. XVII y cuya función, como ya sabemos, era la de hacer de graneros de los frutos de las abundantes cosechas. 

Fijaos también en “La Fuente del Gallo” llamada así por la figura de un gallo realizada en granito que hay en su cabecera, aunque ahora sea difícil reconocerlo.

Algo más alejados visitamos un segundo grupo de hórreos, destinados antaño al almacén de maíz y otros alimentos, y que, ahora, sólo acumulan hierbajos y nostalgia. 

Forman conjunto con las ruinas de las llamadas “Casas do Curro”, que eran viviendas donde vivían los colonos, trabajadores del pazo y los caseros que cuidaban de las posesiones de los señores. 

Y, si sois curiosos, llegaréis como nosotros, hasta un hermoso Palomar actualmente deshabitado de sus arrulladoras inquilinas, pero que antiguamente era una señal de distinción de la nobleza gallega. Como reza el dicho: palomar, capilla y ciprés, pazo es

¿Y dónde está la capilla?  La encontraréis a un paso: La Iglesia de San Pedro construida en el S. XVI por Gómez de Riobóo "El Viejo".  

En ella, además de San Pedro, sedente en la portada, destacan las figuras de Adán y Eva que custodian la entrada principal del templo. 

También llaman la atención su campanario ladeado y la abertura enrejada que corona su fachada, cuadrada, a diferencia del típico rosetón circular. Buscad, entre otras, la talla de San Pablo, espada en mano. Y admirad la riqueza de la ornamentación que se completa con motivos vegetales en las columnas frontales.

Un esbelto Cruceiro adorna las cercanías con una Virgen Peregrina además de los demás elementos habituales. 

Abandonamos O Allo y recuperamos la melodía del Río Grande por la orilla derecha en donde, en medio de abundante vegetación propia de ribera, nuevos molinos nos salen al paso.

Nos detuvimos bastante rato en el lugar de “Os Muiños” por la especial atmósfera que allí se respira y que nos traslada a otras épocas no muy lejanas pero de muy diferentes condiciones que ahora. 

Rústicos puentecillos de madera nos facilitan la caminata que transcurre serena y calma.

Dejándonos arrullar por la buena temperatura y la maravilla de los parajes de esta nuestra Galicia

Nos gustó reencontrarnos con El Molino Novo de Su A Agra allí en su hermoso rincón.

Así como conocer a su homónimo, El Molino Vello de Su A Agra, en un idílico paraje en que el río podría ser cruzado y cambiar de orilla saltando por unas poldras milenarias. 

Nosotros nos contentamos con caminar delicadamente sobre puentecillos de madera.

Que nos llevan hasta El Molino Das Quintas desde donde regresamos al punto de inicio para dar por terminado este bucólico paseo. 

Por una ruta en donde cada rincón parece aún más bello que el anterior y cada vuelta del camino ofrece una nueva perspectiva de una tierra  que no nos cansamos de mirar. 

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