Y siempre es un verdadero regalo
para la vista y el espíritu acercarnos hasta allí y poder contemplarlo
tan de cerca.
Impresiona pensar que
tenemos delante nuestra la misma espectacular visión que los romanos desde el
S. I antes de Cristo.
No dudéis en pasear por
la parte posterior en donde se encuentra El Aula Magna, un enigmático pozo y
unos bonitos jardines.
Visitad también El
Anfiteatro cercano.
Allí veréis el escenario
donde se desarrollaban luchas de gladiadores, combates acuáticos y otros espectáculos
propios de La Roma Imperial.
Como sabéis, todo esto fue
levantado en la época gloriosa de La Antigua Roma, en la que ellos llamaban Augusta
Emérita, la actual Mérida en la provincia de Badajoz, por eso son numerosos los
monumentos y restos arqueológicos de esos momentos.
Éste es El Pórtico del
Foro erigido a imagen y semejanza del Foro de Augusto en Roma.
Y éste El Templo de Diana
con impresionantes columnas.
Como en todos los lugares
por donde pasaban y que tenían cerca un río, también aquí nos dejaron este
majestuoso puente.
Por Mérida pasó
igualmente El Pueblo Árabe dejando muestras de su cultura.
Como la fortificada
Alcazaba mandada erigir por El Emir Abderramán II en el S. II de nuestra era.
Se cree que funcionó como sede de las dependencias administrativas de los Omeyas y como
residencia del gobernador local.
Muy cerca del puente
sobre El Río Guadiana, constituía un auténtico filtro de acceso a la ciudad.
Animaos a pasear por estrechas
calles de floridas casas encaladas o del color del alvero.
Así, recorriendo la ciudad,
iréis encontrando vestigios del paso de otras civilizaciones y también numerosos
templos e iglesias.
Si tenéis oportunidad, visitad
también las modernas instalaciones del Museo de Arte Romano.
No os perdáis todo el
entorno de La Plaza de España en donde disfrutaréis de sus terrazas y su fuente.
Si pasáis por Mérida en época
de calor, como la que nos tocó en suerte a los senderistas del Blog Grupo de Andainas
Rías Baixas, un fresco sombrero será un apreciado compañero de viaje.
Y seguro que cada uno de
vosotros, entre todas estas maravillas, y muchas más que dejo en el tintero,
encontrará un rincón único con el que se quedará para siempre.
Y, por lo menos una vez en
la vida, os recomiendo que asistáis a alguna función del Festival Internacional
de Teatro Clásico que allí se celebra. ¡Os va a encantar!
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