La ruta que os presentamos hoy en El Blog
Grupo De Andainas Rías Baixas tiene por protagonistas las tierras y ríos del concello
de Ponte Caldelas.
Era una bonita tarde de marzo cuando nos acercamos concretamente hasta la
parroquia de Taboadelo. Dejamos el coche al pie de su iglesia y de allí
partimos para realizar una senda circular.
Y la verdad que nos llevamos una gratísima
sorpresa, pues la ruta, que no está señalizada en absoluto, por lo que se hace
indispensable la ayuda del GPS si queréis seguirla, nos va llevando por caminos
y corredoiras, hacia parajes preciosos que son un verdadero regalo para la vista y el espíritu.
Así patearemos entre muros de piedra, fincas,
unas cultivadas y otras a monte, partes boscosas, levadas, congostras, robledales... Y sin olvidar la, para mí, parte más bonita, como son las márgenes de los ríos
Riboi, San Vicenzo y Verdugo.
Ya sabéis que este invierno ha sido muy
lluvioso, con muchos días descargando agua sin cesar, por eso había momentos en que el sendero y las corredoiras se habían
convertido en pequeños regatos que fuimos sorteando, a veces incluso subiéndonos
a los muros.
Pero que eso no os asuste. Ya que en unos días que salga el sol,
toda esa agua desaparece. Además, siempre bajo mi punto de vista, eso le da un
aliciente más a la ruta, y, con el calzado adecuado, no presenta ninguna otra
dificultad.
El recorrido es muy fácil de caminar y los
caminos están bastante despejados, Sólo reseñar que en la parte del río Riboi
no pudimos caminar, al principio cerca de la orilla porque sí que encontramos un
tramo muy cerrado de vegetación. Optamos por caminar un poco más por la
carretera y en cuanto pudimos nos acercamos al margen.
Y lo hicimos en un lugar muy bonito que nos
llevó a contemplar una de las maravillas de la ruta: el momento de unión del Riboi
con el Vicenzo, con poldras para cruzar a la otra orilla y con un puente de
piedra, sencillo pero muy bonito realzando el momento de la confluencia de las
aguas.
De ahí continuamos hacia la ermita de San
Vicenzo después de la cual ascendemos por una congostra espectacular pero que,
si no lo remedian, dentro de poco estará totalmente cubierta por los tojos.
Y ya pasada la aldea de O Verduxo descendemos
rodeados de áboles y muros con un encanto especial otorgado por el musgo que
los cubría hasta encontrarnos ya con el río Verdugo.
Además del entorno que es realmente precioso,
con la presencia del río en sí, con numerososo cantos rodados en sus márgenes, los
molinos de “Arriba” y de “Abaixo”...
Ese día la luz daba al río, que bajaba
espectacular rugiendo sus aguas en los numerosos rápidos de su cauce, un colorido especial, diferente que nos hacía
no querer salir de allí para continuar disfrutando del momento.
Pero continuamos la marcha hacia el puente de “O
Canedo” en cuyo inicio lucen, en el suelo, formando parte del mismo, dos ruedas
de molino perfectamente integradas en su estructura.
Y ya a partir de aquí iniciamos el ascenso
hacia la iglesia de Taboadelo adonde
llegamos realmente contentos de haber podido caminar por estos lugares tan
bonitos y aquí, a dos pasitos de casa.
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