¿Y qué tal un bañito en La Playa Fluvial de Tapia?
Si os apetece, bien lo
podréis hacer en el comienzo de esta ruta, un lugar muy agradable y acogedor con
Área Recreativa incluida y El Río Tambre fluyendo placenteramente.
Conoceréis además El
Molino Da Insua, que ya figuraba en El Catastro del Marqués de Ensenada de
1750.
Con sus muros bañados por
las aguas del Tambre nos acoge hospitalario dejándonos pasar a su interior
decorado con sus 4 muelas.
Desde ahí caminaremos al
borde mismo del Tambre por una senda que serpea con su cauce y repleta de
abundante vegetación.
Es una verdadera delicia
caminar bajo la frondosa arboleda al tiempo que el río discurre cantarín a
nuestra vera.
Al poco arribamos al
enclave en donde se encuentra La Ermita de Nosa Señora da Madalena del S. XVIII
acompañada por un cruceiro y la milagrosa Fuente Santa.
Sigue el caminante
ascendiendo paulatinamente y lo hace inicialmente bajo la sombra de frondosos
árboles.
De repente la senda se
estrecha y unas cuerdas aparecen para protección del que por allí pasa.
Se oye murmullo de agua:
es El Regato Andoriña deslizándose vertiginosamente hacia el Tambre, del que es
afluente. En sus orillas viejos molinos contemplan pequeñas cascadas aquí y
allá.
Uno de ellos, sin tejado,
puerta desvencijada y cubiertos sus muros por verdes enredaderas, nos recibe
contento de que alguien pase a visitarlo allí en medio de un paraje encantado.
Al igual que lo hacen los
otros 4 que nos salen al paso a medida que avanzamos, algunos casi mimetizados
con la maleza.
Adornan el paraje sonoros
riachuelos, pontones de piedra, rústicas pasarelas de troncos, bancos que
invitan al descanso, helechos gigantes, …
Pasamos las murallas
defensivas del Castro de Piñeiro y entre flores silvestres y hórreos vamos
avistando El Priorato y La Iglesia de San Mamede a los que nos acercamos.
La Iglesia se cree que
anteriormente fue convento benedictino remontándose sus orígenes al S. XI.
No os perdáis El Hórreo de grandes dimensiones y los cruceiros que la
acompañan.
Seguidamente nos internamos en La Devesa de Sequeiros con abundancia de robles, castaños y laureles.
No dejamos atrás la
pequeña Cascada de Canal Carreiro.
Y ya vamos regresando al
punto de partida deleitándonos con la tranquilidad del ambiente perfumado y
animado por la variedad floral de la zona.
Y echando una ojeada a las aguas del Tambre desde la altura del Puente de Portochán.
Que junto con lo ya
descrito y algo más que se queda en el tintero hacen de ésta una ruta preciosa
con gran valor etnográfico y paisajístico.
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