martes, 23 de julio de 2019

Caminito Del Rey En El Desfiladero De Los Gaitanes

¡Cuánto tiempo esperando conocer El Caminito del Rey y traerlo hasta El Blog Grupo de Andainas Rías Baixas! ¡Y por fin aquí está!
Comenzamos nuestra caminata al pie del Embalse del Chorro.  
No paséis por alto la mesa en donde El Rey Alfonso XIII firmó El Acta de terminación de las obras del embalse actualmente llamado “Conde de Guadalhorce”. 
Enseguida encontramos el túnel que nos da acceso a un sendero bajo la sombra de los pinos.
Nos vamos acercando a nuestro objetivo apreciando la vegetación y orografía del terreno. 
En el que destacamos esta formación rocosa conocida como “Arco Gótico”.
Y por fin nos adentramos en El Desfiladero Natural de Los Gaitanes en cuyas cumbres el alma quiere echarse a volar.
Impresiona ver el cañón de paredes escarpadas e imponente altura a medida que serpeamos por El Caminito del Rey. 
El original fue construido para unir dos saltos de agua de las centrales eléctricas a ambos lados de la garganta, facilitar su mantenimiento y el paso de materiales y personas.
Se llama Caminito del Rey porque allá por 1920 Alfonso XIII se atrevió a recorrer esta estrecha y vertiginosa senda con motivo de la inauguración de las obras.  
Hoy en día se camina muy seguro sobre nuevas pasarelas construidas en niveles superiores.  
 Y en determinados momentos podemos atisbar las antiguas ya muy carcomidas y destartaladas.
En el paseo, ameno y divertido, a la adrenalina de sentirte literalmente colgado de las paredes del cañón con el vacío a nuestros pies, se une el espectáculo del paisaje y el vuelo de buitres leonados y otros especímenes. 
El Río Guadalhorce que discurre al fondo del cañón suena con brío. Veces hay en que lo tenemos casi a nuestra vera. 
Y otras en que lo contemplamos a vista de pájaro, lejano en su cauce. 
En todas ellas nos muestra todo un espectáculo de pequeñas cascadas, fluidez y colorido.  
Se cree que El Desfiladero no fue excavado por el Guadalhorce, sino que fue emergiendo lentamente del fondo marino como así lo indican las muestras fósiles de sus paredes.
 Además de las pasarelas pegadas literalmente al cañón, también se camina por pasadizos menos aéreos. 
También hay momentos “en tierra firme” en los que el ánimo del caminante se sosiega, pero siempre rodeado de belleza.
El entorno muestra una paleta de colorido variado: ocres y marrones rojizos del desfiladero, rosas y verdes variados de la vegetación, el azul nítido del cielo,… 
En algunos tramos podemos contemplar la obra de la mano del hombre como en los túneles y vías del ferrocarril saliendo de las entrañas de la montaña. 
Algunas zonas por las que pasamos son simplemente de observación, ya que por seguridad no está permitido acceder a ellas. 
El discurrir es hecho sin sensación alguna de peligro, con total confianza en la robustez del acero que ancla las pasarelas y en la firmeza de las amplias rocas de misteriosas oquedades. 
Hay varios rincones que son auténticos miradores, incluso uno con suelo de cristal, sobre el espectáculo ofrecido por la unión de La Madre Naturaleza y la inventiva humana. 
Momento emotivo al contemplar las ruinosas paredes y el desvencijado tejado  del Cortijo del Hoyo, el último habitado de este paraje ahora devastado por el tiempo y el olvido.
La guinda de la ruta la pone el pasaje del Puente Colgante de Los Gaitanes sobre el Guadalhorce. 
Momento culminante con el corazón latiendo fuerte en este enclave entre el pasado y la ensoñación. 
Que llegó hasta nuestro corazón con latidos de entusiasmo, asombro y sonrisa, y con seguridad allí permanecerá durante largo tiempo. 

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