lunes, 14 de enero de 2019

Por Ribadetea: Ríos Tea Y Cillarga, Molinos Y Piedras

Así de bonito nos encontramos al Río Tea una mañana fría que nos obligaba a ir tapados hasta las cejas. 
Sucedió por tierras de Ribadetea en El Concello de Ponteareas, de cuya Iglesia dedicada a San Jorge partimos. 
En su atrio seguro que os llamará la atención un colorido templete. En su interior alberga un impresionante cruceiro policromado, obra del Maestro Manuel González Perdiz.
Deteneos a observar y admirar las imágenes y símbolos de su fuste y de su cruz.
 Y ya muy cerquita nos encontramos con la senda fluvial del Río Tea.
El gélido frío mañanero no impedía a los senderistas del Blog Grupo de Andainas Rías Baixas disfrutar de la belleza de sus aguas. 
La niebla también se sumó a la ruta poniendo una pincelada fantasmagórica sobre el entorno.
Los árboles del sendero se cubrían con el blanco manto que apenas dejaba entrever sus estilizadas siluetas.
Mientras las setas permanecían impasibles al paso de los caminantes.
Que dejaban vagar con calma su mirada en busca de las meigas y trasnos que ciertamente por allí habitan.  
Los molinos de las riberas contribuían con su aspecto a crear un ambiente propio de una película de suspense.
Al mismo tiempo que nos ofrecían magníficos puestos de observación sobre el Tea.
No os perdáis sus revueltas aguas en el lugar de Pontacóns.
Los senderistas se alejan del Tea sin dejar atrás la persistente nieblina. 
Nos adentramos ahora hacia el interior y lo hacemos por senderos realmente preciosos.
En donde predomina el arbolado autóctono. 
Y el tapiz verdoso del musgo cubre los recios muros de piedra. 
Nos vamos acercando así al Puente de Lantón
Sobre El Regato de Cillarga cuyas aguas corrían raudas y ligeras hacia El Tea. 
Abandonamos tan encantador paraje y buscamos El Petroglifo de Monte Aberto. Que encontramos rodeado de pinos.
 Continúa el caminante a través del paisaje nebuloso y lleno de misterio.  
Varios elementos esparcidos aquí y allá contribuyen a tal efecto. Fijaos si no en esta fantástica presa.
En donde cada rincón constituye una auténtica sorpresa… Con escaleras y todo…
Y ¿Qué decir del paraje en donde descansan estos molinos? 
La vista y el espíritu se recrean en la variedad de marrones de las hojas caídas junto con los verdes de las hiedras enredándose y subiendo por troncos y piedras de las paredes. 
La transparencia del agua de pequeños riachuelos, cruzados por diversos medios, pone una nota sonora a la caminata.
Las casas de piedra abandonadas y los tradicionales hórreos contribuyen a la magia de la ruta. 
Estamos ascendiendo y por un momento vislumbramos el azul de las nubes mientras nuestros pies se deslizan por una verde senda. 
Hay pasajes en donde las nubes están a nuestra par y parece que podemos lanzarnos y tumbarnos sobre su mullido colchón blanco.
La vegetación y el suelo que pisamos van cambiando ofreciéndonos un aspecto distinto a lo que habíamos visto hasta ahora. 
No menospreciéis las rocas que habitan estos pagos. Buscadlas y encontrad los parecidos con objetos o animales. 
Las hay que incluso tienen nombres propios: “Pena Tallada”, “ O Moucho”, "A Barca"… 
Ya descendiendo observamos que la niebla no se había levantado todavía. Los sudarios blancos de los fantasmas continuaban deslizándose entre los árboles. 
Ya en Ribadetea un pequeño farol hace guardia junto al Cruceiro de Santa Cruz.  
Los senderistas regresan al punto inicial con alegría y ánimo para dar forma y vida a otras caminatas, a otros sueños… 

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