lunes, 19 de noviembre de 2018

Pozo Do Arco, Pozas Y Cascadas Da Bugalleira Y De Loureza

El agua, ese elemento imprescindible para la vida, es una de las protagonistas de la caminata que os dejamos hoy en El Blog Grupo de Andainas Rías Baixas.
Habíamos leído acerca del entorno del Pozo do Arco y nos acercamos para conocerlo.
Hacía tiempo que no llovía y El Río Tamuxe que discurre por estos parajes, no estaba en su mejor momento, pero aún así el paisaje nos encantó.
Comenzamos en una orilla y para pasar a la opuesta lo hacemos por un original puente de madera sobre las rugientes aguas del Tamuxe. 
Tanto si elevas la vista como si ves hacia abajo el vertiginoso y ruidoso descenso de las aguas te hipnotiza y atrapa.

Claro que también hay momentos serenos del agua formando refrescantes pozas que bien invitan a un bañito. 
Podrás caminar tranquilamente contemplando el discurrir húmedo y cantarín a tu lado. 
Os encontraréis bancos de madera y dos molinos solitarios esperando la llegada del molinero que los ponga a funcionar. 
El Tamuxe, también llamado Río Carballas es afluente del Miño y aquí baja encajonado formando cascadas y pozas para delicia de  todos los que por allí se acercan.
Dejamos el área recreativa en que todo eso se encuentra y seguimos nuestro paseo a través de un frondoso pinar. 
El río será nuestro compañero de fatigas ya sea por su cauce natural o por alguna levada construida por la mano del hombre. 
Y en donde nos sorprenderá la singular silueta de los ejemplares arbóreos que la rodean.
Nos vamos acercando así hasta otra de las maravillas de la ruta: Las Pozas de A Bugalleira
Cuando las visitamos esta vez, después de la sequía veraniega, todavía no llevaban mucha agua. Mirad cómo las encontramos en otra ocasión.
Continuamos la caminata siempre con el Tamuxe presente. Nos muestra ahora una de las facetas por las que es más conocido: Las Pozas y Cascadas de Loureza.
La verdad es que nunca nos cansamos de admirar esta obra de La Madre Naturaleza. 
Y a la que es fácil acercarse y contemplarlas sin peligro. 

Todo ello en un entorno que es una auténtica alegría para la vista y el espíritu. 

Sigue el caminante su trayecto y lo hace ahora con un cambio en el paisaje. 

A lo lejos se hace visible la silueta del Monte de Santa Tecla.
Mientras, los pinos de las tierras cercanas dibujan sobre ellas bonitas imágenes. 

El cielo azul con su capa de blanco algodón destaca sobre los cultivos de kiwis. 

Y los senderistas retornan a casa con el alma llena de vida.

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