martes, 25 de septiembre de 2018

Paseando Por Óbidos, Ciudad Amurallada, Portugal

Óbidos es una localidad portuguesa en donde podéis encontrar la imponente estructura de este castillo considerado una de las 7 maravillas de Portugal.
Cuando llegamos a Óbidos nos recibe su acueducto construido allá por el S. XVI para abastecer de agua a la ciudad, claro.
El nombre Óbidos significa ciudadela o ciudad amurallada y todavía hoy es así, contando con una muralla que la rodea por completo y que es visible incluso desde la lejanía.
De la época de dominación árabe, es uno de los principales atractivos turísticos ya que se encuentra muy bien conservada. 
Accediendo por unas escaleras se puede recorrer y obtener una visión diferente de la villa.
Así como turisteando por las adoquinadas calles os sorprenderán fantásticas imágenes con la muralla o sus torres como protagonistas. 
Por cierto que para entrar a Óbidos lo haremos a través de la Porta da Vila, del S. XVII y potentes muros.
De repente nos vemos inmersos en un estallido de luz y colorido en donde van a primar el blanco del encalado de las casas, el ocre y el azul de sus muros y la variada paleta multicolor de las flores que surgen por doquier.
Caminamos por la calle principal, A Rua Direita, y casi todos los locales están dedicados a actividades relacionadas con el turismo.
Desembocamos al pie mismo de la puerta de entrada al recinto del castillo. 
Al que encontramos altanero en su enclave dominante, y al que podemos admirar en todo su esplendor. 
Con la apariencia de una fortaleza con numerosas torres, almenas, ... 
En nuestro paseo encontraremos placitas llenas de encanto. 
 Algunas con reminiscencias de la época medieval como ésta con el “pelouriño”, una picota de piedra usada para infligir castigo y ajusticiar a los reos en épocas pasadas. 
No pueden faltar los elementos religiosos con distintos templos e iglesias que atraen la atención del viajero. 
También os gustarán las otras puertas de la ciudad y los arcos y semitúneles a través de los que callejearemos para disfrutar de todos los rincones. 
Que sin duda emocionan y alegran la retina y el alma del caminante.
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martes, 18 de septiembre de 2018

Por La Senda Costera De Areamilla, Cangas

Esta ruta transcurre por la costa de Cangas siguiendo La Senda Costera de Areamilla
Se llama así porque tiene su inicio en La Playa de Areamilla, de arena blanca y fina.
 A unos pasitos de ella caminaremos ya sobre suelo terroso y bastante sombreado. 
Nos encontraremos a continuación con el pequeño y oscuro Túnel de Areamilla. No presenta ninguna dificultad pero la ayuda de una linterna quitará miedos a los aprensivos.
En seguida se hace la luz y la paleta de azules de cielo y mar surge ante nosotros.
 No dejéis sin visitar la zona regada por El Regato Do Pontillón en donde no faltan los molinos, un antiguo lavadero y mesas de piedra acompañados de algunos castaños.
Y una oportuna fuente manando agua fresquita.
Como también lo hace La Fuente de Anguieiro un poquito más adelante.
La Costa aquí se nos presenta rocosa y desde distintos lugares nos ofrece la visión de la inconfundible silueta de Las Islas Cíes allá en la lontananza.
 Siempre con la presencia continua del Atlántico a nuestro lado. 
Ocupadas sus aguas en las actividades marineras de La Ría De Vigo.
Es una ruta bastante descampada aunque también tiene sus momentos sombreados en donde predominan los pinos.
El camino despejado facilita un ágil andar sobre nuestras ligeras zapatillas.
También encontraréis los típicos banquitos en donde sentarse, relajarse mirando al mar sin que nadie interrumpa tus pensamientos.
Hay una zona en donde os llamarán la atención unos agujeros. Son Las Furnas, producidas por la erosión del mar sobre la superficie cercana. 
Son profundos y se encuentran vallados para protección del senderista y todo el que por allí pasa. 
Ya que es un camino bastante transitado tanto por peatones como por ciclistas.
Pisaremos la fina arena de La Playa do Porto.
Admiraremos el caribeño colorido de las aguas que besan La Playa de Santa Marta.
A la que nos acercamos para sentir la suavidad de sus arenas. 
Endulzadas por el fresco manantial que hacia ellas fluye de La Fuente de Santa Marta.
No dudamos en aproximarnos a la cercana Capilla de Santa Marta desde donde regresamos al punto de inicio.
Como veis, una ruta en la que se respira olor a hojas de pino, a mar,…En donde el alma se serena y echa a volar. 
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