El Río Eifonso nace en El Monte Das Lagoas y
en su recorrido hasta El Río Lagares, del que es afluente, nos proporciona
momentos de gran belleza y encanto.
Ya hacía tiempo que queríamos conocer La Senda
del Río Eifonso, el PR-G 5 en Bembrive, parroquia de Vigo, y, dado que es una
ruta de pocos km, aprovechamos este domingo en que las predicciones meteorológicas
auguraban una jornada pasada por agua, para acercarnos hasta allí, por eso de
no pasar muchas horas a remojo.
Pero visto que los hombres del tiempo no
acertaron, decidimos primero ir a conocer los alrededores y ver lo que por allí
había, sin ir directamente a la senda. Así, en vez de iniciar la caminata en
donde están los carteles anunciadores de la ruta, lo hacemos por otro camino más
o menos paralelo para ir explorando aquellos parajes. Hay multitud de pequeños y bonitos senderos
por medio de pinares y que nos llevaban ascendiendo paulatinamente casi sin
esfuerzo para el caminante.
También encontramos este estrecho pasaje, una auténtica congostra, entre
fantásticos muros de piedra cubiertos de musgo y de verdes helechos.
Así fuimos zigzagueando hasta llegar al Parque
Forestal de Beade. Allí, y dada la bonanza del tiempo, nos
detuvimos un buen rato, sobre todo contemplando las fantásticas panorámicas que
desde allí se ofrecen a la vista del caminante.
La ciudad y La Ría de Vigo con
la siempre inconfundible silueta de Las Islas Cíes a un tiro de piedra.
Y allí sí que ya quisimos entroncar con el
PR-G 5. Y lo hacemos teniendo la ciudad de Vigo a nuestros pies.
Como no teníamos prisa y las condiciones eran
realmente agradables para la práctica del senderismo continuamos nuestra
exploración hasta que ya nos encontramos con las fantasmales figuras de las
Casas del Poblado Medieval Da Fraga, que dicen puede estar asentado sobre un antiguo
castro.
Y por fin llegó nuestro encuentro con el
Eifonso que nos proporcionará tranquilidad y serenidad con su calmo discurrir.
Nosotros hacemos ahora el recorrido de la
senda descendiendo y pronto arribamos al lugar en donde se encuentran
los restos de un antiguo aserradero hidráulico y el viejo molino de cubo Do
Calderón, casi desaparecido entre la vegetación que lo cubre.
Como quien no quiere la cosa enseguida
avistamos La Ermita de San Cibrán, también conocida como de Los Ramallos por
celebrarse allá por el mes de septiembre una popular romería en la carballeira de
dicho nombre en la que se encuentra.
Y allí junto a la ermita podréis refrescaros
con el agua de esta fuente.
Y continúa el senderista su viaje teniendo
siempre a la derecha, al Eifonso como compañero de fatigas.
Sobre nosotros las copas frondosas de variados
ejemplares de flora de ribera. Abedules, sauces, alisos... Pero también otras
especies autóctonas junto con nogales y castaños, algunos gigantescos, y que
deben de ser una delicia en otoño cuando nos proporcionan su delicioso fruto.
El Eifonso es realmente el protagonista de
esta senda fácil de caminar, tranquila y
serenamente y nos deja momentos inolvidables, relajantes y apacibles en donde la presencia verde del musgo es también testigo y a la vez artista de la naturaleza modelando obras de arte en troncos y raíces.
Varios pontones de madera, o rústicos
pontillones de losas de piedra nos ayudan a cruzar de orilla.
También contemplaréis distintas caídas de agua. Pero la más famosa es La Cascada de Bouza Fría.
Dependiendo del momento más o menos lluvioso del año la encontraréis con más o
menos agua pero siempre espectacular.
Junto a ella dos silenciosos molinos, uno en
la parte de arriba, el de O Buraquiño, y otro, el de O Buraco recogiendo las aguas después de su caída.
Y realmente impresionante me pareció este paraje,
a pocos metros del final, con las aguas del Eifonso deslizándose bajo la
pasarela de madera y el paciente molino De Pedrosa esperando el grano para ser molido bajo
la mano experta del molinero.
Una ruta para disfrutar tranquila y serenamente, a pie, en bici, o a caballo, ¿Por qué no? ¿Os animáis?
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