lunes, 13 de abril de 2015

Castro Laboreiro: Castillo, Bico Do Patelo Y Trilho Castrejo

Y éste, O Bico do Patelo, es uno de los objetivos de la caminata que os cuento hoy.
Para llegar hasta él, los senderistas del Blog Grupo de Andainas Rías Baixas, primero nos acercamos hasta la portuguesa localidad de Castro Laboreiro en plena Serra da Peneda.
Nosotros iniciamos la ruta junto a La Iglesia de Nuestra Señora da Visitação. Un edificio con características románicas, parades macizas y voluminosos contrafuertes y que data de La Edad Media.
En su fachada sur podemos distinguir este bonito reloj de sol.
Y en la misma plaza una fuente y el “pelouriño”, una pilastra de piedra, usada hace tiempo como instrumento de castigo y en donde se ataba a los reos que eran dados de latigazos.
Y sin más dilación nos dirigimos a visitar el castillo del lugar situado en un paraje elevado al que accedemos por un bonito sendero. A nuestro paso afloran curiosas formaciones en las piedras de la montaña en la que se erigen. Aquí os dejo a la famosa tortuga.
La senda va culebreando y ascendiendo paulatinamente hasta que alcanzamos la fortaleza, allá en la cumbre.
Una vez ya descendidos nos disponemos a recorrer el llamado Trilho Castrejo. Y lo hacemos por senderos bien señalizados a veces amplios, a veces más estrechos pero siempre fáciles de recorrer.
Desde distintos puntos podemos observar la inmensidad y la belleza de la sierra en la que nos encontramos y diversos pueblitos allá abajo.
Hay escasa vegetación pero es una gozada el poder caminar teniendo delante de nosotros un horizonte amplio y con preciosas panorámicas.
Nos sorprendió gratamente encontrarnos con esta preciosa laguna. Todo un remanso de paz allí en la inmensidad y con la superficie de sus aguas convertida en un espejo.

De vez en cuando grupos de caballos aparecían en la misma senda del caminante, añadiendo un detalle más para disfrutar de la jornada.
Los senderos son de tierra, o de zahorra. Y varias veces vamos a pisar caminos empedrados, en muchos de los cuales se ve la huella de la otrora incesante actividad de los carros para los cuales estaban destinados.
También tendremos encuentros con diversos cursos de agua que acompañaremos en su discurrir y que atravesaremos por diversos medios. Algunos son rústicos pontones. Y otros constituyen verdaderas obras de arte como los distintos puentes que encontramos en nuestra caminata.

Este, El Puente de A Assureira, es el primero y se emplaza en un espectacular paraje con las aguas del río Barreiro deslizándose bajo él y un silencioso molino allí también a su vera.
Y a escasos metros de allí nos esperaba A Ponte Nova. De origen romano con carasterísticas medievales e impresionante allí en medio de la nada esperando con ansia al aventurero que por allí se atreve.
Se cree que, inicialmente, ligaba La Vía Romana que, de Portela do Homem, se dirigía a Laboreiro, y su existencia se justifica por la proximidad a la fortaleza castreña, situada en las inmediaciones, como forma de garantizar el proceso de romanización y ataque de las tropas romanas.
A medida que íbamos caminando nos acercábamos a nuestro principal objetivo y obteníamos diversas perspectivas de su característica imagen todavía lejana.
Pero teníamos que llegar hasta allí. Y aquí sí que ya comienza un ascenso continuo que vamos realizando por una estrecha senda rodeada de brezo y otros arbustos. Las vistas, fantásticas, tanto hacia adelante como a nuestras espaldas, en donde podíamos ver la altitud que íbamos cogiendo y todo lo que dejábamos atrás.
En esta parte hay que ir con mucho cuidado porque el sendero serpea por entre las abundantes rocas y tenemos casi que ir buscando por donde caminar. Ayuda al senderista el hecho de haber bastantes marcas y también la presencia de abundantes mariolas, grupos de piedras amontonadas, para indicar a dónde dirigirnos y poder continuar la ruta.
Una gran dicha surge en el pecho del caminante una vez al pie de la gran ave de granito, casi a punto de alzar el vuelo, y que contemplamos serenamente mientras tomamos aliento y recuperamos fuerzas para seguir adelante.
A lo largo del recorrido también podemos refrescarnos en diversas fuentes que ofrecen su precioso líquido elemento al caminante.
 Sombreadas sendas entre muros nos acogen de vez en cuando y animan el paso alegre de los senderistas.
Que aún estuvimos unos minutos esperando a que esta pétrea gallina pusiese un huevo y nos alegrase con su triunfal cacareo. ¡Pero no cayó esa breva!
Casi a sus pies un tradicional peto, exponente de los muchos que el senderista encuentra durante el trayecto.
Y muy cerquita, en un bucólico paraje con poza, cascada y molino, El Puente de A Varziela que presenta también características medievales.
 Y casi ya a la entrada de Castro Laboreiro todavía nos esperaba la bonita estampa de este majestuoso puente y su compañero el tranquilo molino.

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