lunes, 27 de abril de 2015

De Punta Nariga Al Faro De O Roncudo, "O Camiño Dos Faros"

En este mes de abril los senderistas del Blog Grupo de Andainas Rías Baixas recorrieron una etapa más de la ruta conocida como “O Camiño dos Faros”.
Como sabéis es una ruta de senderismo que, en algo más de 200 km recorre el litoral de la Costa da Morte desde Malpica hasta Fisterra. El recorrido oficial se divide en 8 etapas con unos puntos concretos de inicio y de final, pero nosotros vamos adaptando el itinerario y pretendemos ir realizándolo en jornadas que no superen los 20 km de duración.
En la primera de nuestras etapas habíamos terminado en el Faro de Punta Nariga y es ahí de donde partimos en esta segunda. Impresionante como siempre tanto el faro como todo el fantástico paisaje, casi encantado, a su alrededor.
Y nos disponemos a caminar por un lugar realmente privilegiado. Ya desde el primer momento nos va emocionando todo lo que vemos y, sobre todo, la presencia constante del mar.
Si te das la vuelta, durante gran parte de este primer tramo verás la silueta inconfundible del faro construído por César Portela, allá, ocultándose en la nieblina de la lejanía.
La primavera también se suma a la caminata y se convierte en nuestra compañera. Flores azules, amarillas, rosadas..., nos asaltan por doquier formando un  decorado colorido para nuestro andar.
¿Y qué decir de la belleza salvaje de los acantilados que nos vamos encontrando y en donde los pescadores se atreven a desafiar la fuerza de la naturaleza? ¡Simplemente maravillosos!
Un primer momento de relax para el caminante lo constituye la llegada a la Playa de Niñóns y el poder pisar su blanca arena.
Allí mismo, no ignoréis la presencia de un viejo molino con su conducción de agua todavía funcionando.

Continuamos zigzagueado con el sendero y disfrutando de pequeñas calas y del espectáculo de las olas rompiendo sonoramente contra las rocas.
Pero por ser el camino bordeando la costa no os hagáis una falsa idea. No es para nada llano ni fácil, ya que al ser la costa muy recortada y acantilada, el trayecto se convierte en un continuo sube y baja que pone a prueba la condición física del senderista.
Os recuerdo que no está señalizada al uso de las rutas de pequeño o gran recorrido. Aquí, en O Camiño dos Faros, seremos guiados por flechitas verdes, pequeños piececitos verdes, y círculos de confirmación también verdes.
Si la marea os lo permite, a lo largo de la costa, podréis ir divisando diferentes cuevas excavadas por la acción de la fuerza del agua marina y que son una auténtica maravilla para la vista.
También nos encontraremos con recuerdos para la gente que perdió su vida sobre las aguas saladas del océano.
Impresionante de bonita la bajada hasta La Ensenada de A Barda, por el camino en sí, pendiente entre vegetación florida, y por el espectáculo visual desplegado ante el caminante.
Y continúa nuestro periplo por un tramo bastante exigente, subiendo y bajando y admirando la fantástica costa, de bonitas calas, con el batir de las olas como música de fondo.
Pasaremos de largo la Aldea de O Roncudo y el parque eólico a continuación. El senderista no puede menos que sentirse vigilado y acechado por esos gigantes zumbadores oteando desde sus atalayas.
Y después de un recorrido realmente emocionante, el ánimo del senderista siente una inyección de adrenalina al contemplar allá a lo lejos su punto de destino: El Faro de O Roncudo señalando la entrada de La Ría de Corme. A cada paso una nueva perspectiva, un  nuevo enfoque, pero siempre la belleza del sendero que pisamos, el faro y el mar.
 A su lado las dos cruces más conocidas de La Costa Da Morte.
O Camiño dos Faros, un paisaje en cada paso. ¿Y tú te lo vas a perder?
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lunes, 20 de abril de 2015

Las Médulas: Incomparable Paisaje De Cuento

En Las Médulas, paraje declarado Patrimonio de la Humanidad en 1997, se encontraba, in illo tempore, la mayor mina de oro a cielo abierto del Imperio Romano.
La particular técnica de extracción, la ruina montium, que literalmente rompía la montaña, provocó el hermoso paisaje de cuento que los senderistas del Blog Grupo de Andainas Rías Baixas se encontraron cuando hasta allí se acercaron.
Ahora, lo que queda, son los restos de la actividad minera en aquellos lugares, invadidos de nuevo por La Madre Naturaleza, siempre sabia, y que nos proporciona uno de los paisajes más peculiares digno de ser visitado.
Nosotros comenzamos la ruta acercándonos primero hasta el Lago Somido, que durante la época de actividad minera era un canal de lavado. A su vera el área de Chao de Maseiros que antes de la dominación romana era un hermoso valle rellenado después por los desechos de la mina.
Ya en el pueblo, visitamos su bonita iglesia, dedicada a San Simón y San Judas.
Y, después, iniciamos un ligero ascenso entre castaños centenarios, de curiosas formas, algunos de los cuales estaban en lugares de difícil acceso, lo que me hizo pensar en lo árdua que tiene que ser la recogida de la castaña en el otoño.
Y casi sin querer llegamos al Mirador de Pedrices. Desde allí el paisaje que se observa es fantástico. Destacamos la característica silueta de los rojizos picos de Las Médulas y el pueblo a sus pies.
Continuamos nuestro paseo y accedemos a una zona en la que el sendero se estrecha y va tomando cada vez más altura. A lo lejos, podemos ver pueblitos en la lejanía, salpicando las montañas que divisamos a nuestras espaldas.
La primavera sale a nuestro encuentro y nos vemos rodeados de las suaves tonalidades verdes y rosáceas del brezo y otros arbustos.
Una vez en El Mirador de Reirigos, bien en lo alto, disfrutamos una vez más de los pináculos rojizos tan peculiares y que son el motivo por el cual nos encontramos allí. ¡No hay espectáculo igual!
Y no dudamos en atrevernos a caminar por una estrecha senda pegada a la pared de la montaña en donde encontramos pequeñas cuevas excavadas y llenas de encanto.
La senda, sinuosa, va serpeando por la montaña y es una delicia poder caminar por ella, en un paisaje sin par, totalmente diferente al que estábamos acostrumbrados.
Y arribamos por fin, al Mirador de Orellán. Allí, más caminantes se encontraban contemplando la maravilla dejada por la acción de la mano del hombre completada por la Naturaleza. Un paisaje único y especial.
También había quienes se adentraban en las cuevas y se asomaban al balcón natural sobre el abismo. Nosotros preferimos contemplarlas desde el exterior.

Después de un rato nos tocó ir descendiendo. Y lo hacemos por una senda realmente espectacular. Un auténtico bosque encantado. A un lado y a otro hayas y castaños centenarios de  troncos sugerentes, casi humanos, nos acompañan y proporcionan una sombra que el senderista agradece.
Siempre rodeados de maravillas seguimos adelante y nos volvemos a encontrar la tierra rojiza que tanto admiramos. Sobre nosotros se yerguen silenciosos vigilantes de nuestros pasos.
Gigantes colorados testigos de mil y una aventuras nos contemplan.
Y algo más adelante la herida abierta de La Cuevona, la galería de mayor altura, nos permite adentrarnos en el interior de su imponente oquedad.
¿Y qué decir de La Encantada? ¡Simplemente fascinante! Debe su nombre a la luminosidad que se refleja en sus coloradas paredes y que es producida por la luz que penetra en ella a través de una abertura en su parte superior.
Y ya nos decidimos a regresar al punto de inicio. El sendero que nos llevó hasta allí contribuyó a reforzar nuestra idea de que realmente estábamos caminando por un lugar mágico e insuperable.
En donde cada rincón nos parece más espectacular que el anterior. En donde cada recodo del camino te ofrece una nueva perspectiva. Algo que no te cansas de mirar y admirar. ¡No te lo puedes perder!

lunes, 13 de abril de 2015

Castro Laboreiro: Castillo, Bico Do Patelo Y Trilho Castrejo

Y éste, O Bico do Patelo, es uno de los objetivos de la caminata que os cuento hoy.
Para llegar hasta él, los senderistas del Blog Grupo de Andainas Rías Baixas, primero nos acercamos hasta la portuguesa localidad de Castro Laboreiro en plena Serra da Peneda.
Nosotros iniciamos la ruta junto a La Iglesia de Nuestra Señora da Visitação. Un edificio con características románicas, parades macizas y voluminosos contrafuertes y que data de La Edad Media.
En su fachada sur podemos distinguir este bonito reloj de sol.
Y en la misma plaza una fuente y el “pelouriño”, una pilastra de piedra, usada hace tiempo como instrumento de castigo y en donde se ataba a los reos que eran dados de latigazos.
Y sin más dilación nos dirigimos a visitar el castillo del lugar situado en un paraje elevado al que accedemos por un bonito sendero. A nuestro paso afloran curiosas formaciones en las piedras de la montaña en la que se erigen. Aquí os dejo a la famosa tortuga.
La senda va culebreando y ascendiendo paulatinamente hasta que alcanzamos la fortaleza, allá en la cumbre.
Una vez ya descendidos nos disponemos a recorrer el llamado Trilho Castrejo. Y lo hacemos por senderos bien señalizados a veces amplios, a veces más estrechos pero siempre fáciles de recorrer.
Desde distintos puntos podemos observar la inmensidad y la belleza de la sierra en la que nos encontramos y diversos pueblitos allá abajo.
Hay escasa vegetación pero es una gozada el poder caminar teniendo delante de nosotros un horizonte amplio y con preciosas panorámicas.
Nos sorprendió gratamente encontrarnos con esta preciosa laguna. Todo un remanso de paz allí en la inmensidad y con la superficie de sus aguas convertida en un espejo.

De vez en cuando grupos de caballos aparecían en la misma senda del caminante, añadiendo un detalle más para disfrutar de la jornada.
Los senderos son de tierra, o de zahorra. Y varias veces vamos a pisar caminos empedrados, en muchos de los cuales se ve la huella de la otrora incesante actividad de los carros para los cuales estaban destinados.
También tendremos encuentros con diversos cursos de agua que acompañaremos en su discurrir y que atravesaremos por diversos medios. Algunos son rústicos pontones. Y otros constituyen verdaderas obras de arte como los distintos puentes que encontramos en nuestra caminata.

Este, El Puente de A Assureira, es el primero y se emplaza en un espectacular paraje con las aguas del río Barreiro deslizándose bajo él y un silencioso molino allí también a su vera.
Y a escasos metros de allí nos esperaba A Ponte Nova. De origen romano con carasterísticas medievales e impresionante allí en medio de la nada esperando con ansia al aventurero que por allí se atreve.
Se cree que, inicialmente, ligaba La Vía Romana que, de Portela do Homem, se dirigía a Laboreiro, y su existencia se justifica por la proximidad a la fortaleza castreña, situada en las inmediaciones, como forma de garantizar el proceso de romanización y ataque de las tropas romanas.
A medida que íbamos caminando nos acercábamos a nuestro principal objetivo y obteníamos diversas perspectivas de su característica imagen todavía lejana.
Pero teníamos que llegar hasta allí. Y aquí sí que ya comienza un ascenso continuo que vamos realizando por una estrecha senda rodeada de brezo y otros arbustos. Las vistas, fantásticas, tanto hacia adelante como a nuestras espaldas, en donde podíamos ver la altitud que íbamos cogiendo y todo lo que dejábamos atrás.
En esta parte hay que ir con mucho cuidado porque el sendero serpea por entre las abundantes rocas y tenemos casi que ir buscando por donde caminar. Ayuda al senderista el hecho de haber bastantes marcas y también la presencia de abundantes mariolas, grupos de piedras amontonadas, para indicar a dónde dirigirnos y poder continuar la ruta.
Una gran dicha surge en el pecho del caminante una vez al pie de la gran ave de granito, casi a punto de alzar el vuelo, y que contemplamos serenamente mientras tomamos aliento y recuperamos fuerzas para seguir adelante.
A lo largo del recorrido también podemos refrescarnos en diversas fuentes que ofrecen su precioso líquido elemento al caminante.
 Sombreadas sendas entre muros nos acogen de vez en cuando y animan el paso alegre de los senderistas.
Que aún estuvimos unos minutos esperando a que esta pétrea gallina pusiese un huevo y nos alegrase con su triunfal cacareo. ¡Pero no cayó esa breva!
Casi a sus pies un tradicional peto, exponente de los muchos que el senderista encuentra durante el trayecto.
Y muy cerquita, en un bucólico paraje con poza, cascada y molino, El Puente de A Varziela que presenta también características medievales.
 Y casi ya a la entrada de Castro Laboreiro todavía nos esperaba la bonita estampa de este majestuoso puente y su compañero el tranquilo molino.