lunes, 19 de enero de 2015

Saiáns, Alto Da Medoña Y Alto Da Bandeira

La viguesa parroquia de Saiáns está llena de lugares con una gran riqueza arqueológica y etnográfica.
Y para visitar algunos de esos lugares, los senderistas del Blog Grupo de Andainas Rías Baixas os presentamos esta pequeña ruta circular que tiene su inicio y final en Camposancos, en donde nos emociona el bonito paraje que nos recibe.
Se trata de Los Molinos de Gontade, una serie de molinos, algunos de ellos restaurados, que se encuentran esparcidos por La Fraga del mismo nombre, Gontade, y que encontramos plena de luz y colorido. En ella todo el suelo era una mullida y crujiente alfombra y el agua corre por cauces de pequeños regatos y alguna represa.
Por aquí también transitan los peregrinos que, provenientes de Portugal, van hacia Santiago de Compostela, ya que parte de este sendero, coincide con el llamado Camino Portugués de La Costa.
Y si algo hemos de destacar, son las impresionantes vistas que podréis apreciar a lo largo del recorrido. Ayer, el día amaneció gris y una cortina de nieblina incesante se cernía sobre el paisaje, por eso, en las fotografías, no se puede apreciar toda la belleza del entorno. Pero si os acercáis hasta allí en días despejados imaginaros el paraíso que podéis encontraros con La Ría de Vigo y la inconfundible silueta de Las Cíes siempre presentes.
El camino nos va llevando por senderos estrechos, sin asfalto, a través de pinares, algún eucalipto, y también apreciamos bastantes ejemplares de incipientes robles y castaños con los que parece que están repoblando la zona.
Y el caminante llega hasta un paraje conocido como Alto da Medoña en donde se encuentra con el Castro de ese mismo nombre. Si bien hemos de decir que permanece sin excavar. La primera escena que nos topamos acoge un estanque cuya agua servía para mover los molinos hidráulicos allí situados.
Pero también tomamos contacto con La Prehistoria, pues allí mismo encontramos los molinos que nuestros antepasados usaban antes de la invención de la rueda. Se trata de los molinos naviculares que podemos ver en un petroglifo al lado de los hidráulicos.
Aquí el sendero va rodeando el castro, del cual vemos distintos fosos, y arribamos a su parte superior, la corona, desde donde se puede contemplar el océano y más, volviendo a nosotros esa idea de que nuestros ancestros sabían muy bien qué lugar elegir como residencia.
Pero el senderista tiene que seguir caminando y se dirige ahora hasta Cal do Outeiro en donde, en un frondoso paraje, se encuentran otra serie de molinos, una cascada, una fuente  y otro estanque de agua para, antiguamente permitir la molienda.
Tomamos ahora dirección hacia el merendero de Saiáns, un área recreativa muy bien acondicionada. En el trayecto continuamos con espléndidas vistas de la costa, de Monteferro y Bayona.
Otro instante cumbre de la ruta es llegados al punto en donde podemos ver la ciudad de Vigo y toda la costa que se presenta delante de ella, con Samil, la Isla de Toralla... Como ya señalé, ayer velada la visión por la niebla, pero que está siempre ahí para mejores momentos.
Y, así como quien no lo quiere, hemos ido ascendiendo y nos dirigimos hacia un mirador natural de toda la costa con Las Islas Cíes, Bayona, Monteferro... ¡No dudéis en llegar hasta allí!
Como tampoco debéis perderos la maravilla de panorama que se divisa desde El Alto Da Bandeira. Realmente un espectáculo, os lo aseguro. Incluso a través de la tupida cortina que formaban las nubes justo en el momento en que nosotros estábamos en la cumbre.
Y, sendereando, volvemos a tomar nuevamente contacto con el hombre prehistórico en una serie de petroglifos que nos vamos encontrando a lo largo de la ruta.
Así llegamos al merendero del Parque Forestal de Coruxo, un bonito entorno para reponer fuerzas. Y ya falta poco para terminar nuestra caminata cerrando el círculo hasta nuestra meta. Por el camino, vamos encontrando ciclistas que suben o bajan, nuevas vistas sobre la ría de Vigo, regatos, cascadas y las ruínas de algún que otro molino y sus represas.
Reseñar que es una ruta fácil para el senderista. Lo que no podéis es perderos las magníficas vistas. Claro, se supone que en días despejados. Aunque nosotros, con el día guarecido en su manto de nieblina como el que nos tocó en suerte, disfrutamos igualmente. ¡Y es que Galicia es un auténtico paraíso!
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