lunes, 12 de enero de 2015

Subida Al Monte Santa Tegra Desde A Guarda Y Bajada Por Camposancos

Pues resulta que todavía no habíamos traído El Monte de Santa Tegra hasta El Blog Grupo de Andainas Rías Baixas.
Y para subsanarlo allá que nos fuimos este domingo muy de mañanita hasta la localidad de A Guarda. Iniciamos nuestra caminata junto al puerto donde algunos barcos reposaban de su faenar y las gaviotas que comenzaban a desperezarse eran nuestras únicas compañeras.
Y, claro, empezamos ya subiendo, pero es una subida paulatina, que se realiza sin apenas esfuerzo. Además las vistas que tenemos sobre A Guarda y El Océano Atlántico compensan todo.
Y A Guarda va a ser una de las grandes protagonistas de la jornada pues tendremos diversas visiones de ella, todas a vista de pájaro, y todas espectaculares.
Eso hasta que llegamos al que es considerado uno de los más grandes yacimientos arqueológicos perteneciente a la cultura castreña y el más emblemático y visitado de los castros gallegos y que se encuentra allí muy cerquita de la cumbre.
 Aquí el senderista se detiene durante largo rato contemplando las muestras del pasado y pensando lo bien que sabían elegir los lugares de sus residencias nuestros ancestros.
Imposible no deleitarse imaginando cómo sería la vida allá por el S. I antes de Cristo en el que se cree el castro mejor conservado de todos los existentes.
Todo el conjunto del monte fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1931 y posteriormente también se incluyó en la lista de Bienes de Interés Cultural. Y visto lo visto, no es de estrañar.
También aquí asistimos al espectáculo del estuario del Miño. Este domingo, una capa de nubes reposaba sobre sus dulces aguas. Pero aún así, disfrutamos plenamente.
Pero el caminante tiene que continuar y lo hace ahora por una calzada empedrada acompañado por un imponente y monumental Víacrucis.
Y todavía tenemos tiempo de contornear la base del monte O Facho para deliciarnos una vez más con la visión de A Guarda y el inmenso Océano Atlántico en pleno esplendor.
Subimos, cómo no, hasta el mirador de este monte, el de las antenas. Y continúa el espectáculo del paisaje mostrándose ante nosotros, espléndido.
También escalamos hasta la cumbre, el monte San Francisco, y ya sí se hace realidad la confluencia del río con las aguas saladas del Atlántico. Del otro lado tierras portuguesas son testigos del encuentro, con el fuerte de Moledo allá en la lontananza.
Y ya comenzamos el descenso. El sendero parece querer llevarnos a darnos un chapuzón en las refrescantes aguas marinas.
Y en nuestra paulatina bajada seguiremos recorriendo este emplazamiento de ensueño y continuaremos viendo maravilla tras maravilla desde diversos puntos estratégicos.
Una vez ya descendido el monte volvemos a encontrarnos con el Miño.
El camino nos lleva ahora a través de pinares y sendas arenosas y es que el Océano Atlántico está ahí al alcance de nuestra mano.
Bonitas playas a nuestra izquierda, pero nos llama la atención sobre todo, la figura de la inquietante fortaleza en medio del mar. El mismo mar que también quiso unirse a nuestro paseo y nos ofrecía un bonito espectáculo con sus encabritadas olas llegando a lamer la orilla de las playas o estrellándose ruidosamente contra las rocas que encontraba en su camino.
El senderista sólo tiene que mirar y admirar. Sus pies caminan ligeros, ahora por una pasarela de madera, lisa y llana, que lo va llevando hasta su meta.
Allí, A Guarda nos espera, paciente, tranquila, relajada.

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