lunes, 20 de octubre de 2014

Neveras De Fixó, Alto De Coco Y Aldea De Grobas

Y este domingo los senderistas del Blog Grupo de Andainas Rías Baixas nos fuimos al concello de Forcarei, a la búsqueda de una ruta más que nos dé a conocer la belleza de nuestra Galicia.
Iniciamos la marcha en la localidad de Fixó en donde avistamos los restos de unas construcciones, las neveras, datadas en el S. XVII, y que eran usadas por los monjes del Monasterio de Acibeiro para conservar el hielo y así poder comerciar con él.
Continuamos nuesta caminata siempre vigilados por las miradas de las apacibles vacas que pastaban en los prados aledaños y por esos gigantes del parque eólico moviendo incesantes sus brazos en las alturas.
Pusimos a prueba la resistencia de nuestras piernas en la subida al alto de Coco desde donde tenemos una magnífica visión de todo lo que lo rodea, cerca y más allá en el infinito horizonte.
Nos paramos a disfrutar del momento en que entramos en contacto con el agua del regato das Grobas en un paraje realmente bonito.
Contribuyen a la belleza del lugar la figura de un viejo y estático molino, allí solitario.
Y un impresionante pontón sobre las inquietas aguas del río que discurren frenéticas bajo él para ir a juntarse al Deza.
Nuestro caminar transcurre por suelos de tierra, a veces con piedrecillas sueltas, otras con exceso de vegetación, alternando las bajadas y los ascensos con algún remanso llano, pero siempre fascinante.
El senderista pasa por lugares abiertos que permiten otear muy lejos pero también por senderos encajonados, con el lecho de piedra y que a veces dificulta la marcha ligera por temor a posibles resbalones debido a lo húmedo del ambiente.
 A lo largo de la jornada iremos serpeando y zigzagueando con la ruta y admirando las vistas que ante nosotros se presentan.
Varios pinares y carballeiras dan sombra al caminante pero también encontraremos acebos, helechos reales, y multitud de castaños que en esta época sonríen al vernos pasar y nos ofrecen su preciado fruto, la castaña, y una mullida alfombra de hojas a nuestros pies.
 Pero también encontramos parajes con vegetación no muy alta, que no ofrecen mucha protección en caso de días soleados pero que a cambio dejan en nuestra retina la amplia belleza de nuestros montes.
Y ya llegados al lugar de Bustelos nos disponemos a disfrutar de la parte más espectacular. Un sendero estrecho, escarpado, excavado en la roca, que pone a prueba la buena forma y los reflejos del caminante, teniendo a un lado la pared de la montaña, y al otro el vacío, el precipicio. Destacar la parte enlosada de la vía y el espectáculo de vértigo que desde ella se divisa, con el río, bramando encajonado allá abajo en la distancia y todo el valle a vista de pájaro.
Y una vez superado este tramo con agilidad y pericia, llegamos a la vieja aldea de Grobas, una aldea abandonada por sus habitantes, con sus casas casi devoradas por las hiedras, con los tejados caídos, las puertas y ventanas abiertas que echan a volar nuestra imaginación hacia un lugar de misterio y lleno de encanto.
Pero también allí una vez más la magia del agua está presente y nos ofrece momentos maravillosos recorriendo las orillas del regato de Grobas, la transparencia y frescura de sus aguas y la belleza de las pozas que allí forma.
Un molino, dos pontones y antiguo puente son también vestigios de la actividad del lugar en otra época no muy lejana.
 Y ya el senderista busca el camino de regreso a Fixó y lo hacemos atravesando antes una exigente, ascendente y maravillosa carballeira, que con el río corriendo ladera abajo, y la verde pátina musgosa del tiempo cubriendo muros y árboles, nos hace reafirmar en nuestra idea sobre las maravillas de nuestra tierra.
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